(Por Eduardo gargiulo).- Los habitantes de San José del Morro, la pequeña localidad del departamento Pedernera con menos de 200 habitantes de población estable, no podían creer lo que veían sus ojos. Sin aviso previo, el flamante obispo de San Luis, monseñor Gabriel Barba, se aprestaba a dar la misa este domingo 12, junto con el padre Ignacio de La Toma, el habitual párroco que la celebra cada fin de semana.
“Es un obispo muy cálido, humilde. Dio una misa muy sencilla que nos hizo emocionar a todos. Es el mismo que ya conocíamos de la otra vez, no ha cambiado en nada”, dijo una feligrés de edad media.
La “otra vez” a la que hacía referencia se remonta a enero pasado, cuando el entonces obispo de Gregorio de Laferrere se encontraba de vacaciones en la localidad, y el sábado 18 ofició la misa de las 19:00 junto con el obispo de La Rioja, Dante Braida, amigo personal y uno de los pares que lo acompañó en la ceremonia de asunción de este sábado en la Catedral.
Dicen los memoriosos que era la primera vez que coincidían dos obispos de otra provincia en concelebrar una misa, lo que se suma a la rica historia que caracteriza a este bello paraje puntano.
Tal vez por alguna promesa de aquél entonces, vaya uno a saber, lo cierto es que el primer día después de ser consagrado nuevo obispo diocesano de nuestra provincia, monseñor Gabriel Barba le avisó a unos pocos (bajo condición de reserva) y viajó con escasa compañía y sin ningún protocolo a dar la misa central de las 11 en San José del Morro.
Al parecer, el carismático e hiperkinético prelado se ha enamorado de esta localidad, una de las más antiguas de la provincia, fundada a mediados del Siglo XVIII, sin dudas la de mayor riqueza histórica y con un profundo legado de religiosidad.
El nuevo titular de la Diócesis de San Luis indicó que todo su ministerio lo ponía bajo la advocación de San José, para emoción de los poco más de 40 fieles presentes en la humilde capilla, la mayoría nativos del pueblo, aunque también otros llegados de La Toma y Villa Mercedes.
Cuando terminó el oficio religioso dialogó por algunos minutos con los devotos que se acercaron a desearle éxito en su gestión al frente de la Diócesis de San Luis y agradecerle el gesto de haber viajado a celebrar en el pueblo su primera misa como obispo consagrado.
Así como el sábado entre los tantos deseos le pidieron que intercediera para “amigar” a los hermanos Rodríguez Saá, lo que se asemeja bastante a una quimera, una parroquiana de Villa Mercedes le expresó su solicitud para que el padre Ignacio Daminato sea trasladado nuevamente a esa ciudad, cuestión que está claramente dentro de sus competencias y escapa al fenómeno de los milagros como aquello otro…