(Por Eduardo Gargiulo).- San Luis y Villa Mercedes marcan una tendencia. Esta semana dos fotografías se viralizaron en las redes sociales e impactaron fuertemente en el ambiente político provincial. Análisis.
En pocos días se cumplirán treinta y seis años desde la recuperación democrática en nuestro país. Con más y con menos, a nivel nacional el espectro político fue mutando sus protagonistas. En gran medida por cuestiones biológicas. De hecho, los dos principales candidatos presidenciales ya no están. Luder pasó a mejor vida a los 91 años, en mayo de 2008. Alfonsín a los 82, a fines de marzo del año siguiente.
Luego comenzarían a tallar otros protagonistas: Cafiero, sin ser tan joven; Menem, Duhalde, Kirchner, Cristina, desde el PJ. Angeloz, Nosiglia, Stubrin, Moreau, De La Rúa, Chacho Alvarez, Bordón, Carrió, Macri, por parte de la oposición. En todo este tiempo, sin embargo,en San Luis la política provincial estuvo marcada fuertemente por los designios de una misma familia gobernante. Con el adicional de algunas figuras fuertes como Britos, Merlo, Freixes, por el oficialismo; Agúndez, Ceballos, Bonino, Poggi (de los dos lados), Riccardo, Ponce, por la oposición. No mucho más. Varios de ellos septuagenarios, otros cerca de ingresar a la categoría Sub-60.
A partir del 10 de diciembre nueva savia comenzará a inyectarse en las venas del sistema político provincial. Por lo pronto, las dos principales ciudades serán gobernadas por dirigentes jóvenes: San Luis por Sergio Tamayo (38) y Villa Mercedes por Maxi Frontera (40). Sin dudas se trata de una importante apuesta que ha impulsado el gobernador Alberto Rodríguez Saá (70), cansado de lidiar con dirigentes que define como “burros viejos llenos de mañas”.
En los últimos años el mandatario optó por dar lugar a nuevas generaciones en importantes funciones de gobierno, en una estrategia claramente acertada. En reuniones reservadas lo ha reconocido sin tapujos: “He reemplazado a cada dirigente tradicional por cinco jóvenes, con ellos he podido ganar la elección”. Una forma de jubilar a un montón, incluso a su hermano Adolfo, demorando su propio trámite.
Por otro lado, esta semana que pasó dos fotografías provocaron un cimbronazo en la política provincial y abrieron espacio a múltiples interpretaciones. Ambas imágenes fueron tomadas en donde atiende Dios: Capital Federal. Las dos fueron con presidentes.
Una en la Casa Rosada, con el actual, Mauricio Macri, quien aspira a liderar el arco opositor en los próximos cuatro años. Se lo ve sonriente con el electo diputado nacional por Cambiemos, Alejandro Cacace (34). El legislador provincial logró lo impensado en las últimas elecciones: derrotar al oficialismo provincial después de 20 años.
El joven radical viene experimentando un notable crecimiento desde su asunción como diputado provincial y espera desde el Congreso Nacional ganar un protagonismo mayor, que lo proyecte como el próximo candidato a gobernador de la provincia en 2023. En el medio, deberá terminar de sepultar a su par José Luis Riccardo, con quien se encuentra enfrentado. Más adelante, si continúa la alianza con Avanzar, tendrá que disputar el espacio con el senador Claudio Poggi.
Es cierto, puede sonar apresurado efectuar especulaciones cuatro años antes, pero en política aquellos que improvisan pierden. Por eso los que llegan a sitiales únicos e inalcanzables para el común de los mortales, son los que proyectan sus aspiraciones con mucha anticipación. Y planifican sus acciones fría y cronológicamente, no por simple intuición.
Cacace termina un buen año. Ganó holgadamente las PASO frente a Bartolo Abdala. Luego venció en la general a Rodríguez Saá. La frutilla en el postre fue la elección municipal, cuyo resultado fue perfecto para sus aspiraciones. Apoyó a Gastón Hissa, que perdió con Tamayo, lo cual le bajó las acciones a Poggi. Y quedó tercero Picco, con lo cual desaparece del mapa político quien lo impulsó, Enrique Ponce, debilitando al propio Riccardo que lo apoyaba. Mejor resultado no podía darse.
La otra fotografía fue tomada en las oficinas del presidente electo, Alberto Fernández, quien aparece distendido conversando con José Giraudo (43), su principal referente en San Luis.
El conductor de Mercedinos y Sanluiseños por el Cambio ha mantenido un bajísimo perfil desde que concluyera su mandato como diputado provincial y disputara la intendencia de Villa Mercedes en 2015. Acompañó a Adolfo Rodríguez Saá (72) en las pasadas elecciones de junio, pero no quiso ser candidato a nada. Tras la voltereta zigzagueante “del Adolfo”, se distanció de éste y se dedicó a acompañar a Alberto Fernández en la campaña presidencial.
Nadie sabe a ciencia cierta qué lugar ocupará el villamercedino en la estructura de poder del futuro presidente. Aunque su entorno no niega que la amistad cultivada durante una década, nacida cuando Fernández era poco menos que un paria “traidor” por renunciar cuestionando a Cristina, algo le va a deparar en la Casa Rosada.
En las filas del justicialismo recelan de Giraudo, más allá de la relación que mantienen como aliados políticos. Prefirirían tenerlo lejos, pero no pueden desconocer su entidad como principal referente del presidente electo en San Luis. Para pasarlo en limpio: Alberto Rodríguez Saá es socio de Fernández. Giraudo invoca su amistad. Como se sabe, es más facil que se destruya un negocio político de coyuntura que una relación de afecto cimentada en años. Esta última procrea lealtad, aquello subsiste mientras dura la conveniencia de las partes.
Dicen que una imagen vale más que mil palabras. Sin embargo, en el caso de Cacace y Giraudo las fotos de ellos con los presidentes actuales han superado largamente ese arbitrario límite de vocablos.
Todo indica que Tamayo y Frontera, desde los ejecutivos municipales, y Cacace y Giraudo, jugando en las ligas mayores, están llamados a encarnar la renovación de la política provincial.
Queda para otro análisis considerar si el-hombre-que-no-habla-nunca, Alberto junior, se decide a asumir el mandato familiar de “heredero del poder” o si el régimen se arriesga –por segunda vez- a bendecir a alguien que no porte el apellido familiar. En este caso, el Plan B sería el ministro de Obras Públicas e Infraestructura, Felipe Tomasevich.
Estamos en presencia del llamado trasvasamiento generacional, con primera parada en 2023, cuando se cumplirán 40 años de un mismo régimen político. El pronóstico anticipa saludables vientos de renovación.
No obstante, casi en paralelo con el cambio climático, el fenómeno podría provocar un tsunami de grandes dimensiones, condenando a algunas especies a su definitiva extinción ...
Eduardo Gargiulo
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