El campamento poggista, aporteñado y macrista, está pasando por sus peores momentos. Una pesadilla los arrastra por estas horas a través de un río revuelto y picado.
Claudio Poggi se lleva la colección de insultos y repudios jamás visto y que no vienen precisamente de adversarios y enemigos. Muy por el contrario, se compañeros de bancada en el Congreso, PRO, radicales, Juntos por el Cambio y aliados en general. Sólo basta revisar los archivos de medios periodísticos de todos los colores.
Y no es para menos. En momentos en que el país vive momentos complicados y en el Congreso Nacional se están tratando temas de trascendencia y no menos urgencia, el legislador “se borró”. Presumen desde sus cercanías que se fue de vacaciones, así nomás…
Las quejas de sus pares no se hicieron esperar. Y no es que Poggi no conociera la agenda de temas legislativas. Los conocía muy bien, tanto que meses pasados en redes sociales se había comprometido y jurado participar de tales debates. Pero no lo hizo. Razones sobran entonces para haberse ganado las críticas y desencantos de los dirigentes y legisladores aliados. Una gran demostración de irresponsabilidad, compromiso, contracción al trabajo y falta de cumplimiento de la palabra empeñada.
Administración fraudulenta
Pero la racha no se detiene. Esta semana, la Justicia citó a indagatoria a una ex funcionaria poggista. Cecilia Lucero, ex ministra de Vivienda, fue citada
a indagatoria en una causa por Administración Fraudulenta cuando ejercía el cargo ministerial.
Aunque es concejal en Villa Mercedes, la fiscal de la causa, Jenifer Pérez Corvalán, asegura que Lucero carece de fueros que la protejan de un eventual procesamiento o de una reclusión carcelaria.
¿Robando butacas legislativas?
Pero, tal parece, los papelones y los hechos bochornosos y vergonzantes ya son una marca registrada en el poggismo aporteñado y macrista de San Luis. Esta semana, el rol papelonero lo protagonizo Gabriela González Riollo.
Sucede que cuando su la senadora Clara Vega, de la Rioja, pasó a izar la bandera al inicio de la sesión, al volver se encontró que su banca había sido usurpada por la representante de San Luis.
Se armó un escándalo de proporciones donde la senadora Anabel Fernández Sagasti puso el grito en el cielo pidiendo una cuestión de privilegio contra Riollo. “Qué sigue, asaltar los despachos por la noche” le dijo Sagasti a la legisladora poggista-macrista.
Es decir, el poggismo nos hace quedar mal a los puntanos en todos lados. Para colmo de males, no generan ninguna idea o proyecto a favor de la provincia de San Luis. La Riollo ni siquiera conoce el territorio que representa.
Los gritos de Hissa
Finalmente, el diputado Gastón Hissa, según el retrato que dibujan de él sus pares legisladores y quienes presencian las sesiones, se destaca por sus berrinches, gritos y malos gestos durante sus intervenciones.
Algunos creen que quiere emular y superar a Raúl Laborda cuando era diputado, de modo que a Hissa sólo le resta pararse en la banca y ponerse a patear las tazas de café. Pero no le falta mucho para ellos, cuentan…
Algunos piensan que los gritos y gestos desorbitados de Hissa son una estrategia para distraer a la gente de las críticas que están mereciendo, en especial su líder y la Riollo, que no cumplen acabadamente con sus deberes de legislador nacional.
Los gestos disparatados y penosos no se detienen allí. El diputado justicialista Farías, contó en el programa radial CRONICA DEL DIA, que durante las sesiones, Hissa se dirige a los legisladores radicales y con gestos ampulosos, admonitorios y dedo índice acusador, les ordena a los diputados radicales que tienen que decir, no decir y votar. Triste papel, en ese sentido, de los legisladores radicales sumisos, si es cierto lo narrado por Farías.
En fin, una semana agobiante cargada de bochornos han rodeado el campamento poggista, aporteñado y macrista con una serie de actos que han generado innumerables críticas, de propios y ajenos.