El destino político de Adolfo Rodríguez Saá pareciera acercarse a una pendiente donde sólo le esperan la soledad a raíz de un éxodo paulatino de seguidores, especialmente, de figuras de primera línea que en algún momento creyeron en su discurso precedido de una historia llena de brillo pero que hoy, desencantados, protagonizan una diáspora despavorida.
En los últimos días se van conociendo pronunciamientos provenientes de dirigentes que se abren de la procesión adolfista.
Karim Alume, uno de ellos, perteneciente a una familia de fuerte raigambre política alineada en los pensamientos frondizistas anunció el alejamiento del Movimiento de Integración y Desarrollo de las filas de Todos Unidos que comanda el senador nacional y ex gobernador. Y Para darle más contundencia al pronunciamiento, Alume avisó que el MID no integrará ningún frente, desmintiendo así los dichos del Adolfo que mencionaba a la franja desarrollista alineada a Todos Unidos con el objetivo puesto en a las elecciones legislativas de este año.
Pero lo de Alume no llegó solo. La semana anterior la combativa agrupación peronista Movimiento Evita junto al Partido Comunista, conmovieron el escenario adolfista anunciando que ya no formaban parte de ese cuartel, desmintiendo al ex gobernador que públicamente los contaba entre sus seguidores para este compromiso electoral.
Pero faltaban más deserciones en esta catarata de dispersiones. En Merlo, el concejal merlino, Gastón Fonseca anunció su decisión de alejarse del adolfismo. “Nosotros no vamos a participar del espacio de Todos Unidos, es una decisión que hemos tomado y que veníamos pensándola”, resaltó Fonseca, revelando que no fue una salida sorpresiva. Pareciera que hace un tiempo prudente venían debatiendo el camino de salida.
Tampoco habrá que olvidarán, aunque ocurrió hace algunos meses, el desprendimiento que hizo de las filas “del Adolfo”, el diputado provincial Juan Pablo Funes a quien hoy se ve más cercano al “Alberto”.
Al parecer, el único dirigente de fuste que le queda como seguidor es Enrique Ponce. ¿Qué evaluación estará haciendo por estas horas el ex intendente sobre lo que está sucediendo y la perspectiva de seguir unido al cuartel adolfista?
Finalmente. ¿Cuáles son las razones de este éxodo de las filas de Adolfo Rodríguez Saá? Probablemente se arriesgarán varias respuestas. A saber, por ejemplo: ¿El senador está perdiendo el pulso, los reflejos y aquellos golpes de efecto político que lo llevaron a la cumbre alguna vez? ¿Habrá dirigentes que hablarán del estilo “Adolfo”, donde no faltarán menciones a excesos de soberbia en su manera de ejercer el liderazgo? ¿Acaso podrán otros asegurar que no soportan al grupo más íntimo que rodea al Adolfo y que incide en sus decisiones y que, como consecuencia de ello, finalmente, estas influencias cercanas terminan generando choques, grietas y rispideces entre dirigentes de las facciones aliadas?
Finalmente, resulta imposible descartar una dosis de realismo político. Es posible que, a través de estudios, cálculos o encuestas, algunos de los que tomaron la puerta de salida del grupo, probablemente sacaron cuenta que, en las actuales condiciones, dentro de esa alianza, se les presentaría un panorama de pobres resultados en las próximas elecciones. Y, con una gran dosis de pragmatismo, toman la primera garrocha que encuentran a mano y dan el salto que los aleje de un lugar que ya no encuentran promisorio ni tampoco se sienten a gusto, para buscar refugio, inmediatamente, bajo el ala protectora del oficialismo justicialista, en la mayoría de los casos.
En política la primera regla es “no hay reglas” y por lo tanto no existen amores puros y platónicos y mucho menos lealtades eternas. Sólo hay alianzas temporales según conveniencia. Y, sobre todo, un pragmatismo de supervivencia siempre en alerta máxima, que les permita seguir atados al poder y los privilegios que otorga el “pertenecer”…, al poder, claro.