El ministro expuso en el Congreso, prometió no dejarse intimidar por los fondos de inversión y aceptó que los bonistas "se van a frustrar" con su oferta. Cambiemos reclamó un plan económico más amplio.
(Por Mauricio Cantando – LPO) Martín Guzmán expuso durante más de una hora en la Cámara de Diputados sobre la negociación que lleva a cabo para reestructurar la deuda externa y, si bien no dio certezas sobre las ofertas que presentará a fin de marzo, se animó por primera vez a reconocer que no habrá superávit y por lo tanto la capacidad de pago estará limitada.
"Este año no es realista, no es sostenible que haya reducción del déficit fiscal", admitió y planteó que con un mayor esfuerzo podrá equilibrar las cuentas cuando Alberto Fernández termine su mandato . "Definimos futuros senderos fiscales y comerciales. La situación es dura. Si no se hiciese nada, si se dejase la inercia, recién en 2026 la economía podría alcanzar el superávit fiscal".
"Pero un escenario alcanzable y más realista, que implica un trabajo, sería alcanzar un equilibro fiscal en el año 2023 y converger unos años después a un superávit fiscal primario (previo al pago de deuda) de entre 0.6 y 0.8% del producto", describió.
Aclaró que estos objetivos sólo son posibles si la política tributaria no está centrada "en que la oferta no suba y no se produzca más, porque eso debilita ingresos fiscales. Si se logra, se podría alcanzar un crecimiento económico del 2%, las exportaciones asentándose y en 2022 alcanzaríamos un equilibrio fiscal", detalló.
A través de un documento difundido después de la sesión, Juntos por el Cambio se alarmó con esos pronósticos. "Recibimos casi 5 puntos de déficit en relación al PBI y dejamos el gobierno con 0,4 por ciento de déficit fiscal primario. Esperamos que el Gobierno no se equivoque aumentando nuevamente el déficit". En el Gobierno niegan esas cifras, porque aseguran que para bajar el gasto Macri no ejecutó millones en partidas.
Fue la primera exposición de un ministro en un recinto en 25 años, con montaje similar a las presentaciones de los jefes de Gabinete y un marco de asistencia parecido al de las aperturas de sesiones ordinarias de cada 1 de marzo. El palco lindero al estrado principal fue reservado a los funcionarios y se vieron a los ministros Matías Kulfas (Producción), Mario Meoni (Transporte), Daniel Arroyo (Desarrollo Social) y Claudio Moroni (Trabajo) y la vicejefa de Gabinete Cecilia Todesca.
"No es realista, no es sostenible reducir el déficit este año", se sinceró Guzmán. Prometió superávit para 2022 o 2023, pero evitó más definiciones económicas. "Necesitamos condiciones para crecer y desarrollarse".
Las gradas se abrieron para referentes políticos y económicos. Se asomaron intendentes como Mario Secco (Ensenada) y Mariano Cascallares (Almirante Brown), los empresarios fueron representados por Daniel Funes de la Rioja, Cristiano Rattazzi y el banquero Jorge Britto; y la CGT por Hugo Moyano (Camioneros), Héctor Der (Sanidad), Carlos Acuña (Estaciones de Servicio), Andrés Rodríguez (UPCN) y José Luis Lingeri (Obras Sanitarias).
Los ruralistas tuvieron su cuartito en el primer piso, cerca de los nuevos directores del Banco Central, diplomáticos como el embajador en Estados Unidos Jorge Argüello y muchos invitados de organizaciones empresariales que escucharon al ministro sin chistar.
Además de las metas fiscales, Guzmán sólo planteó "un horizonte" de plan económico, que consistiría en "apuntar a una estructura productiva con un grado de diversificación. La torta tiene que crecer y debe haber estabilidad macro económica, con las cuentas en orden y una moneda propia confiable. Y condiciones para aprender y desarrollarse".
Fue muy crítico del abultado endeudamiento de Macri desde 2016, cuando generó "expectativas" en los mercados de crédito después de pagarle a los fondos buitre. "La deuda creció del 52% al 82% del PBI sin que haya aumentado la capacidad productiva del país", describió. Pero admitió que desde 2012 no hay un aumento de la cantidad de exportaciones y si no se cambia esa tendencia no será fácil salir de la recesión.
Aclaró que sus primeras medidas fueron sólo paliativos. "La ley de emergencia económica no es austeridad fiscal, sino expansión de la demanda con ordenamiento, que completamos con una baja de 40 puntos porcentuales de la tasa de interés, para arreglar un problema económico integral. Continuaremos con un acuerdo de precios y salarios. Tiene que ver con eso: con la coordinación. Con un sendero".
Los bloques legislativos le habían acercado ayer por la noche las preguntas, pero sólo respondió algunas y prometió contestar por escrito el resto. Ignoró la mayoría de las 24 de Juntos por el Cambio entre ellas la octava, que solicitaba su opinión sobre el pedido de una quita de la deuda con el FMI que hizo Cristina Kirchner desde Cuba.
El bloque conducido por Mario Negri no tomó la palabra en el recinto (aunque sus referentes hablaron mucho entre ellos ante cada afirmación del ministro) y luego cuestionaron el discurso en una conferencia de prensa.
Si bien no dio detalles de la negociación con el FMI, Guzmán coincidió con la vicepresidenta en responsabilizarlo por la crisis de deuda del país. "Realizó préstamo más grande de la historia y no se usó para crear capacidad productiva, sino para pagar más deuda en una situación insostenible y para la salida de capitales. Es una crisis en la cual todas las partes tienen responsabilidades: Argentina, los bonistas, por las tasas que cobraron para cubrirse; y el FMI".
El ministro insistió en que la austeridad fiscal no es el camino para generar capacidad de pago de los vencimientos y tomó el acuerdo firmado por Macri y Christiane Lagarde como ejemplo. "El Gobierno anterior no cumplió los objetivos del acuerdo, pero si las premisas que pedía el Fondo, que eran una contracción monetaria. Hoy la capacidad instalada está por debajo del 60 por ciento. La inflación no cedió y el costo de crédito se fueron a las nubes", se indignó.
Guzmán ratificó que la negociación con los bonistas privados es la más compleja y aceptó un advertencia de Cambiemos sobre la posibilidad que rechacen la primera oferta por una cuestión estratégica, como le ocurrió a Axel Kicillof en la provincia. "No es una parte sencilla y va a haber frustración por parte de los bonistas.
Remarcó una y otra vez en la necesidad de una propuesta a los acreedores que sea "sostenible", esto es, que pueda ser cumplida en el tiempo. "Hay una voluntad firme de pagar, pero no hay capacidad de pagar. Y para poder hacerlo, Argentina tiene que crecer y se tiene que quitar de encima el peso de una deuda. La prioridad es una solución sostenible que permita crecer y sostenerse en el tiempo".
El único aplauso del oficialismo se lo ganó cuando adjudicó el fracaso a las licitaciones de deuda en pesos del bono AF20 a la actuación de fondos de inversión que tienen intereses en la reestructuración en New York.
"El AF 20 no representa toda la situación de la deuda en pesos, que tiene condiciones de mercado de total sostenibilidad. Lo que ocurrió estos días fue por una actitud de los tenedores de la deuda extranjera. Lo central es que no vamos a permitir que fondos de inversión extranjeros marquen la pauta de la política económica del país", afirmó y se ganó la ovación.
"Hay mucho dinero en juego y hay gente que juega muy fuerte. Otros están jugando de forma cooperativa. Es un proceso en el que todos vamos a tener que definir de qué lado estamos. Nosotros ya lo definimos: estamos del lado de la gente. Es hora de sentar condiciones para un 'Nunca más' a los ciclos de endeudamiento que generan angustia. Busquemos una Argentina de oportunidades", cerró su presentación.
El primero en usar los tres minutos revesados par la oposición fue Jorge Sarghini, del interbloque federal. "No vemos el sendero de crecimiento que usted dice", lo increpó. La izquierda insistió en pedirle que no se pague la deuda con el FMI si fue tomada en forma ilegítima y José Luis Ramón, líder de los aliados del Gobierno, retomó su obsesión por los créditos UVA.
Guzmán se despidió y Cambiemos habló después, en conferencia de prensa, y mediante un documento elaborado casi en tiempo real la exposición consideraron que la exposición de Guzmán "les dejó gusto a poco".
"Coincidimos con el ministro de Economía que los argentinos tenemos que hacer un Nunca Más de los ciclos de sobreendeudamiento, pero nosotros desde el Interbloque decimos también que necesitamos un Nunca Más a los ciclos de alto déficit fiscal", remarcó Negri.
"El gobierno kirchnerista emitió más de 100.000 millones de dólares, un número superior a la que dejó nuestra administración. Cambiemos emitió 70.000 millones de dólares, de los cuales 40.000 se destinaron a pagar intereses de la deuda que venía desde el kirchnerismo, 10.000 se usaron para pagar a los holdouts y el resto para financiar el déficit fiscal que heredamos".
Cristian Ritondo, jefe del PRO, defendió el acuerdo con el FMI porque "desembolsó 44.149 millones de dólares y el grueso, 37.149 se destinó al pago de los servicios de la deuda".
Lo respaldó el macrista Luciano Laspina: "El ministro debió explicar por qué la deuda es impagable, dar fundamentos. Argentina tiene un ratito de deuda con relación al PBI similar a los países de Latinoamérica".
"Pero nosotros no crecemos desde que el kirchnerismo demolió las bases del crecimiento. Por eso esperamos que envíen el Presupuesto, esto no es incompatible con sentar las bases de una negociación exitosa. Nosotros creemos que si explicitan el programa económico tendrán más suerte", agregó.
Guzmán en la sesión y los diputados de Cambiemos coincidieron en pedir la inmediata constitución de la bicameral que hace un seguimiento de servicios de deuda. Empezaría a funcionar en marzo.