La derecha provincial viene a los tumbos de lado a lado por la banquina. Entre los escándalos de corruptela que embarra al poggismo, las frustradas elecciones internas de los demócratas, anuladas por la escasa concurrencia (increíble desinterés) y un arranque patinando en el barro de los libertarios de Milei puntanos, esbozan una triste radiografía en tiempo real de la derecha política provincial.
Poggismo en su peor momento
El proceso iniciado a una ex ministra del gobierno de Claudio Poggi, investigada por un posible fraude cometido en la readjudicación ilegal de viviendas sociales, acto denunciado por una damnificada, pone en el escenario de los posibles involucrados a una serie de funcionarios que en línea de responsabilidades políticas puede llegar hasta el ex gobernador. Por eso, algunos reclaman la posibilidad de encuadrar el caso en una caratula de Asociación Ilícita.
Y esto no es una mera especulación sin peso en el aire. Sobre este episodio oscuro, un ex ministro de poggista, Federico Tula Barale ha sido muy firme y claro al respecto. Cuenta que ese día de entrega de viviendas no fue porque el asunto configuraba para él un verdadero “escándalo” con un agravante: “Yo le avisé a Poggi. ¿Se lo dije!”. Por lo visto, Poggi hizo caso omiso a la advertencia, concluyen los analistas más cercanos al bochornoso tema.
Mientras desde el poggismo ponen distancia de la ex ministra Cecilia Lucero, principal apuntada como responsable del acto vergonzoso, (no es cuestión de dejarse salpicar, suponen a su alrededor) entre el silencio aparece un abogado, apellidado Berruezo aplicando sus mejores artes para dilatar el avance de la causa contra la ex funcionaria abandonada hoy en el fango del “sálvese quien pueda”. El profesional se animó a todo, pidiendo la nulidad del caso. No tuvo éxito, pero algo logró, dilatar el inicioi como para seguir pensando en la próxima jugada estratégica. Para disgusto del fiscal se pospuso la audiencia indagatoria y ahora el juez de la causa debe dictar una nueva fecha.
Algunos dirán que se abrió el juego para que la defensa despliegue sus mejores habilidades en materia de chicanas (dilatar, demorar, embarrar, embarullar la cosa). Otros le asignan interés político detrás de su aplicado esfuerzo. En todo caso, también es cierto que un abogado hace lo mejor de sí para defender a su cliente. Para eso estudió y para eso le pagan. Lo demás es cotillón, dirá otros.
Sin embargo. Lo que no es cotillón es lo que pasa alrededor del caso: Lucero abandonada a su suerte, Claudio Poggi desaparecido, el resto, los adláteres y personeros parlantes, irradiando bandos desinformativos rastreros.
Claudio Poggi, que ni siquiera concurrió a los actos eclesiásticos como es el tradicional Te Deum del 25 de Mayo, sigue con destino desconocido, ligándose insultos hasta de sus pares y aliados en el Congreso Nacional por sus faltazos. Sólo faltaría abrir en forma urgente en los ámbitos nacional e internacional, una solicitud de paradero por él.
Entre Poggi y González Riollo, una mujer que no sabe siquiera dónde queda San Luis, nuestra provincia padece un desperdicio imperdonable de dos bancas representativas en el Congreso de la Nación. El asunto es que ninguno de los dos le aporta nada al país, mucho menos a la provincia. El agravante se manifiesta con los escándalos que los envuelve: Poggi en el caso de la vivienda que le despojaron a una adjudicataria y Riollo, denunciada por usurpar butacas ajenas en el Senado.
Lo de Lucero y Poggi es más grave de lo imaginables, no solamente por la sombra de una ilicitud denunciada. Lo imperdonable se afinca en que una vivienda social está destinada a familias muy vulnerables económica y socialmente, que ni en tres vidas podría tener la capacidad de comprar o construirse una casa. Lo sucedido, entonces, es un cachetazo a los principios básicos del espíritu cristiano y solidario. Un gravísimo pecado, imperdonable a todas luces.
Discusión en Diputados
El asunto de la posible corruptela en los tiempos de la gobernación de Poggi que se está investigando, podría llegar al recinto de los diputados provinciales esta semana. Y no es para menos. Los legisladores provinciales están preocupados por el hecho en cuestión. En la casa de la Democracia, donde cohabitan los legítimos representantes del pueblo, un episodio de la gravedad descripta, por su afectación a algún integrante del pueblo mismo, desvalido socialmente, merece cuanto menos una severa declaración pública en esta caja de resonancia de los principales asuntos del pueblo, manifiesto que, en suma, demuestre un verdadero estado de preocupación y repudio.
La derecha en estado crítico
La derecha nacional y provincial se encuentra en estado crítico.
El poggismo empantanado en un lodazal de escándalos, es un segmento del cuadro de situación. El Partido Demócrata acaba de tener un traspié bochornoso. Sus elecciones internas han sido anuladas por la escasa concurrencia, con lo cual no se cumplieron los requisitos básicos que indican el porcentaje necesario para darle validez al comicio de ordenamiento interno de sus autoridades. Difícil de asimilar semejante bochorno. Por su lado, el PRO macrista pareciera encaminarse al barranco de su propia extinción. Aquel fulgor de hace unos seis años se evapora en su propia implosión, una catarata de dispersiones. Los libertarios de Milei en San Luis se llamaron a silencio. Parecía que llegaban al centro del escenario político provincial como un soplo de aire nuevo. Asomaron como una fuerza huracanada anti sistema que se llevaría por delante todo lo conocido en materia política. Llegaban para inaugurar una nueva era. No pudieron salir a escena para demostrar su valía. Los jugadores fundacionales se pelearon en el vestuario y todavía no pueden salir a la cancha. Las peleas por los cacicazgos y el estrellato los encerró en su propia torpeza.
El astuto silencio radical
A todo esto, los referentes del radicalismo vernáculo se mantienen en un astuto silencio, especulador, observando sigilosamente desde la puerta apenas entreabierta, los entuertos de sus vecinos más próximos del poggismo y la derecha aliada. Saborean, eso sí, con disimulo, la desgracia a sus vecinos más próximos. Suponen que, en el futuro, el marco desordenado de la vecindad política más cercana, los favorecerá.
Los radicales se encuentran en una etapa que puede resultarles auspiciosa y no solamente por los entredichos, peleas y escandaletes de sus ocasionales compañeros de ruta provincial. El escenario nacional no podría ser mejor para el radicalismo. En la reciente convención nacional juraron a todos los vientos que se mantendrán en esa gran alianza que supone Juntos por el Cambio. No obstante, hay motivos para no creerles a pie juntillas.
Por un lado, El presidente jujeño, Gerardo Morales le ha prometidos a sus correligionarios argentinos que el próximo presidente de la nación será radical. “El presidente de los argentinos de 2023 será Facundo Manes o voy a ser yo”.
Esta expresión desafiante es una mojada de oreja para un conglomerado político aliado que cruje por todos lados. Horacio Rodríguez Larreta, jefe del gobierno porteño se figuraba como el candidato único e irremplazables para competir por la presidencia desde el territorio opositor. Grueso error. La pelea es entre varios que quieren el mismo galardón: Macri y Bullrich quieren disputarle la distinción mientras la inefable y poco previsible Elisa Carrió no sabe con quién acurrucarse.
Esto también le conviene al radicalismo. La pelea por Milei, le agrega un condimento de desconcierto a la carpa opositora en ebullición. Los radicales no lo quieren en su campamento. Macri lo aceptaría con gusto, pese que las apariciones de Milei junto al tucumano Bussi le arrima más desprestigio que adhesiones. Peor aún con sus dichos de autorizar a la gente a usar armas teniendo como telón de fondo la reciente masacre de pequeños alumnos en una escuela de Texas, episodio que puesto a toda la nación norteamericana enfrascada en una discusión que lleva años. Condicionar o suprimir la venta indiscriminada de armas a personas de cualquier edad. Comprar un arma en Estados Unidos es tan accesible como comprar un atado de lechuga. Quien conozca la nación del norte lo sabe, lo habrá visto más den una vez en cualquier armería.
Lo de Milei a este respecto fue más que desafortunado. Lo de Bullrich proponiendo borrar del gobierno nacional los ministerios de Educación y Salud y convertirlos en una suerte de “Agencias” (¿?) enterraron más en el fango las aspiraciones del grupo.
Este desorden favorece al oficialismo envuelto también en sus choques entre el albertismo y el kirchnerismo. Con la diferencia que en el oficialismo la división es entre dos. La oposición, en cambio, se advierte trizada en varias partes, sobre todo en las expresiones de la derecha. Cada uno por su lado: radicales, Macri, Larreta, Bullrich, Carrió, Milei, Espert. Cada uno hace su juego por separado.