El ingreso de Adolfo Rodríguez Saá al oficialismo nacional macrista fue el pase y la nota política más sobresaliente de la semana pasada. Las reacciones fueron múltiples, desde la sorpresa hasta la decepción, pasando por la bronca y la pena más onda de muchos de sus fanáticos seguidores. Y no faltó, por cierto, un fuego graneado de críticas furiosas desde las trincheras peronistas provinciales para quienes el límite es Macri.
Sin embargo, para una franja política de sintonía fina no fue una sorpresa. Por un lado porque un seguimiento puntilloso de los pasos y gestos del ex gobernador puntano, su cercanía púbica, o encubierta con Mauricio Macri era asunto conocido. Por caso, aquel desaire hacia su hermano Alberto en el recordado encuentro político donde confluyeron peronistas y kirchneristas en La Padrera, fue el mejor guiño político que Adolfo pudo regalarle por esos días a su entrañable amigo, el presidente de la Nación.
Tampoco resulta sorpresivo para los archiveros de la historia política vernácula. Para ellos, el desembarco del senador nacional y gran perdedor de las recientes elecciones, a las filas de la derecha neoliberal macrista es como volver a sus raíces, a sus orígenes, es decir al Partido Demócrata provincial donde en su juventud supo ocupar de relevancia. Tal vez sea un volver a la cuna a donde su corazón pertenece y que talvez nunca dejó de añorar con un sentimiento de pertenencia ideológica y social, sentirse más cerca de la rancia aristocracia local que de los descamisados de Evita. O de los niños descalzos y de caritas sucias de las periferias barriales que tantas veces le salieron al cruce a saludarlo con ingenua credulidad. O de los pobres de toda pobreza, aquellos desesperanzados sociales que con su voto le permitieron gozar de los mayores privilegios del poder que ningún ciudadano común pudiera soñar jamás siquiera.
Cuánta decepción, qué triste desencanto para todos ellos, esos que aún con sus flacuras de hambre y panzas vacías, igual lo amaban con locura. Todo un delirio de fe que hoy quizás sienten burlado.
El presente y el futuro
El presente es el resultado del enfrentamiento impensado que terminó por fracturar las relaciones con sus hermanos. Quienes están más cerca de la familia dan testimonio de la profunda tristeza que embarga especialmente de Alberto y Zulema, a raíz de esa distancia que impuso Adolfo con la enorme grieta familiar ocasionada, a fuerza de una campaña pública agresiva y violenta sobre todo dirigida a su hermano el gobernador.
El presente también es un dilema de un gran sector de seguidores casi abandonados a su suerte intentando aglutinarse en un nuevo partido político. Y como la política es el arte de lo posible, quien puede desechar la idea de que Adolfo R. Saá, hoy sin partido ni estructura busque afiliarse nuevamente al partido de su juventud, el Partido Demócrata, y hasta presente su candidatura a presidirlo. No olvidemos que ese tradicional partido tiene dimensión jurídica provincial y nacional. Justamente lo que necesita el senador puntano.
¿En tanto, cómo juega este pase político en la oposición? ¿Se sentirá incómodo Poggi? Porque para Macri seguramente no le resultará muy difícil calcular quién le resulta como su mejor referente en nuestra provincia a la hora de elegir entre Adolfo o Poggi. Rodríguez Saá es un ex presidente con una expansión política nacional que Claudio no tiene ni le puede ofrecer al presidente de la nación.
Ahora se entiende porqué Adolfo Rodríguez Saá anunció que no propondrá ni apoyará a candidato alguno a la diputación nacional. Lo suyo ahora es el macrismo. Pero, ¿a quién apoyará el Adolfo en las PASO de agosto? Es difícil pensar que estará al lado de Alejandro Cacace. Esta posibilidad no está en los cálculos de nadie. Más bien lo ven poniendo toda su estructura en apoyo de Bartolomé Abala que llegó a la Legislatura gracias al PJ y a los hermanos Rodríguez Saá. En este escenario la trilogía Macri-Adolfo-Abdala, suena más probable que funcione. Es decir, con el Adolfo conduciendo ahora a la oposición en San Luis, Alejandro Cacace no entra en ese escenario posible, mientras Poggi debe mirar cómo tambalea su liderazgo como principal figura de la oposición política en San Luis.
¿Y para las elecciones municipales, cómo funcionará la oposición teniendo ahora al senador Rodríguez Saá como el interlocutor preferido y dilecto de Macri en nuestra provincia?
En este paisaje de curvas y contra curvas, sinuosas e impredecibles, estando el Adolfo timoneando la nave opositora, probablemente Enrique Ponce ya no tenga más cabida en ese arco antioficialista. El encono entre ambos hace muy difícil cualquier retorno.
En ese marco de posibilidades no resulta extraño que Adolfo R. Saá juegue todas sus fichas en favor de Gastón Hissa. Todo es posible, teniendo en cuenta que hace poco tiempo, antes de las elecciones provinciales, el senador y ex presidente lo invitó a a Gastón a sumarse a sus filas, pero este rechazó el convite. Ahora el escenario es diferente. Ambos están en la misma vereda y mucho más cerca.
¿Esto resuelve acaso el desafío de Gastón Hissa en su sueño de llegar al edificio comunal en Noviembre? Está por verse. Ya está en la cancha un rival nacido de la misma oposición política provincial. Enrique Picco es el delfín de Enrique Ponce para disputar la misma carrera.
Y no es para subestimarlo. Conoce el manejo de la estructura municipal mejor que el joven Gastón. Más aún, un dirigente histórico del comité “Presidente Raúl Alfonsín”, que peina canas, pero mucho más sabiduría militante, advirtió: “Cuidado, Enrique Picco es radical y con el inmenso desencanto que hay en afiliados y militantes con la conducción de nuestro partido, estoy seguro que el voto mayoritario de los radicales se va a encolumnar detrás de la figura de Picco”.
De resultar así, ambas candidaturas dividirían enormemente las chances opositoras.
¿Poggi y Adolfo aliados?
Por estas horas y en esta dinámica impensada de la política (parafraseando a Valdano) no faltan aquellos que ven en un futuro muy cercano, una alianza entre Adolfo Rodríguez Saá y Poggi, gracias a las buenas artes de conciliación ejercida por el jefe de ambos, Mauricio Macri.
¿Alguien puede desechar esa posibilidad a la luz de los acontecimientos recientes y muy actuales? Todo es posible, sobre todo en política. Mejor dicho entre los políticos, sobre todo a la hora de alcanzar sus objetivos. Se trata del poder. Y para alcanzarlo todo vale.
Se quedaron con todo
Finalmente, resulta imposible ignorar a una franja minoritaria de ciudadanos de San Luis que aún descreen de la veracidad de la pelea de los hermanos Rodríguez Saá. Hay otros que podría afirmar a pie juntillas y con lujo de detalles las razones reales y sólidas del enfrentamiento.
Sin embargo, por encima de esa discusión, aparece hoy en el presente escenario una realidad incuestionable que uno imagina como surgida de una gran estrategia política de hegemonía y dominación. Más allá de la certeza del enfrentamiento entre los hermanos, lo cierto es que ambos ahora dominan todo el universo político provincial. Alberto tiene bajo su mando el dominio de la fuerza política oficialista, el PJ, la más poderosa y que hoy conduce la provincia. En tanto, su hermano Adolfo tiene bajo su poder y dominio a toda la fuerza de la oposición política de la provincia, ungido por el mismísimo presidente de la República.
En una palabra, políticamente hablando, los hermanos Rodríguez Saá, como siempre, se quedaron con todo. ¿No suena a una estrategia brillante?
Apelando al vocabulario llano y popular, diremos: “Opositores, a llorar al campito…”.