EL PAPA FRANCISCO EXIGIÓ EL «FIN DEL DOGMA NEOLIBERAL» EN SU ENCÍCLICA MÁS POLÍTICA

(Por Eduardo Gargiulo).- Dura proclama contra la especulación financiera y el «virus del individualismo».

El Papa Francisco denunció las desigualdades y el «virus del individualismo» en su nueva encíclica titulada Fratelli tutti (Hermanos todos) divulgada este domingo, en la que pide el fin «del dogma neoliberal».

En su tercera encíclica, de 84 páginas, el Papa retoma los temas sociales abordados a lo largo de siete años y medio de pontificado y reflexiona sobre un mundo azotado por las consecuencias de la pandemia del coronavirus.

En el documento, escrito en español y que mantendrá el título en italiano en todos idiomas, Francisco condenó el «dogma neoliberal», un «pensamiento pobre, repetitivo, que propone siempre las mismas recetas frente a cualquier desafío que se presente».

«La especulación financiera con la ganancia fácil como fin fundamental sigue causando estragos», advirtió, y agregó que «el virus del individualismo radical es el virus más difícil de derrotar».

En su nueva encíclica, considerada la más política, el papa Francisco reivindicó el derecho de todo ser humano de vivir «con dignidad y desarrollarse plenamente» y recordó que la pandemia del coronavirus evidenció la incapacidad de los dirigentes de actuar conjuntamente en un mundo falsamente globalizado.

«La fragilidad de los sistemas mundiales frente a la pandemia evidenció que no todo se resuelve con la libertad de mercado», subrayó.

«Vimos lo que sucedió con las personas mayores en algunos lugares del mundo a causa del coronavirus. No tenían que morir así, cruelmente descartados», lamentó el Papa.

Francisco también insta a una nueva ética en las relaciones internacionales. «Una sociedad fraternal será aquella que promueva la educación para el diálogo con el fin de derrotar al virus del individualismo radical y permitir que todos den lo mejor de sí mismos», indicó.

Para ello, pidió una reforma estructural de la ONU, reiteró la total oposición de la Iglesia a la pena de muerte y habló de la cuestión de la deuda externa de los países que «debe ser pagada pero sin perjuicio al crecimiento y subsistencia de las naciones más pobres».

En la encíclica, Francisco defiende nuevos caminos para llegar a la reconciliación entre los pueblos.

«No es posible decretar una ‘reconciliación general’ pretendiendo cerrar por decreto las heridas o cubrir las injusticias con un manto de olvido», consideró el pontífice, citando el Holocausto, los bombardeos en Hiroshima y Nagasaki, la persecuciones, el tráfico de esclavos y las matanzas étnicas como ejemplos.

«Esta encíclica representa la síntesis de su pontificado y la presentó solo, sin estar acompañado con otras autoridades de la Iglesia, porque es el emblema de su autoridad», comentó el vaticanista Filippo di Giacomo al canal de noticias italiano RaiNews24.

En el texto, el Papa destacó que muchos «ateos cumplen mejor la voluntad de Dios que muchos creyentes», en una suerte de advertencia a esos numerosos políticos en todos los continentes que se sienten «autorizados por su fe para sostener diversas formas de nacionalismos cerrados y violentos, actitudes xenófobas, desprecios o incluso maltratos hacia los que son diferentes».