(Por Eduardo Gargiulo).- Semanas después del chantaje que sufrió por parte de un conocido que amenazaba con difundir “fotos y videos comprometedores”, el obispo le pidió la renuncia. Conmoción en la grey católica.
El Padre Gustavo Méndez, el más popular de Villa Mercedes, párroco de la Iglesia Nuestra Señora del Carmen y director del Instituto Privado del mismo nombre, además de administrador del Hogar de Ancianos Santa Teresita, mantuvo en la tarde del lunes una reunión con el obispo diocesano Pedro Daniel Martínez, quien le pidió que diera un paso al costado por sus “reiteradas inconductas”, según dejó trascender un allegado al círculo íntimo del alto prelado.
Los hechos que dieron origen a este escándalo que golpea de lleno en la iglesia católica se desencadenaron hace un mes, cuando el joven Christopher Ismael Latorre amenazó al capellán policial con revelar “fotos y videos comprometedores”, sino le abonaba 150 mil pesos, que el sacerdote aceptó pagar en seis cuotas de 25 mil.
Cuando Latorre concurrió el 11 de octubre pasado a las 10 de la noche a la Iglesia Nuestra Señora del Carmen, junto con otros dos jóvenes, para cobrar la primera cuota, el cura le entregó una bolsa y el joven, sin mirar el interior, la tomó y se fue. En la bolsa sólo había 200 pesos y papeles sueltos. Al subir a una de las motos para retirarse del lugar, los tres fueron detenidos por efectivos de la Brigada de Investigaciones de la UR II.
Por lo que se supo, el delincuente tenía una estrecha relación con el padre Gustavo Méndez desde hacía siete años. Su trato provenía del lugar en el que trabajaba, el hogar de ancianos “Santa Teresita”, porque diariamente lo ayudaba al sacerdote con su rutina de ejercicios físicos, aunque no fuera precisamente un personal trainer.
En el mismo momento fueron detenidos también David Omar Arrieta, de 24 años, y Lucas Martín Muñoz, de 30, pero posteriormente el juez Leandro Estrada no los acusó y les dictó la falta de mérito, por entender que sólo llevaron en moto al acusado al lugar donde retiraría el dinero, pero desconociendo sus intenciones. El principal acusado en cambio se abstuvo de declarar y el magistrado lo procesó por chantaje.
Contradicción
Gustavo Méndez, cura párroco de la iglesia Nuestra Señora del Carmen de Villa Mercedes, dejó la parroquia este lunes por la tarde. “Por la mañana había estado orando con el obispo Pedro Daniel Martínez, pero tomó la decisión por la tarde”, de acuerdo a lo informado por el padre Alan Sosa Tello, vocero del Obispado de San Luis.
“El obispo se enteró por un comunicado del Instituto Nuestra Señora del Carmen y porque recibió un mensaje del vicario parroquial Estanislao Malec. Pero aún no pudo hablar con el padre Gustavo”, aseguró Sosa Tello.
Contradiciendo esta versión, desde el Instituto del Carmen se informó lo que pareciera ser la realidad, es decir, que fue el propio obispo el que convocó al sacerdote este lunes por la mañana para pedirle que diera un paso al costado para evitar que su “escandaloso comportamiento” salpicara a la iglesia en su conjunto.
“Queridos compañeros: Los resultados de la reunión con Monseñor no fueron los esperados. La situación es considerada escandalosa, (opinión que nosotros no compartimos) al punto de solicitarle al Padre Gustavo dejar la Parroquia. Dado que estas circunstancias han desgastado y afectado la salud del Padre Gustavo y deseando solo su tranquilidad y bienestar, él pide que lo apoyemos desde la oración y la amistad respetando su decisión”, dice el mensaje firmado por el Equipo Directivo del Instituto Nuestra Señora del Carmen. Queda para el análisis considerar qué más debería ocurrir para que el equipo directivo interprete que se está frente a un escándalo descomunal.
Sosa Tello aclaró que el cura no dejó los hábitos y consultado sobre si podrá volver a su cargo explicó: “De acuerdo a cómo se vaya”, enigmática frase que sólo Gustavo sabrá interpretar en su real significación.
Detalles
Lo que nunca se aclaró es el tenor de las fotos y videos comprometedores con los que fue amenazado el sacerdote, y que llevaron a éste a ceder al pago, más allá de la trampa que le tendió al chantajista.
Desde un primer momento se supo que el tema era “pesado”, cuando las propias fuentes policiales que habitualmente difunden el parte policial con lujo de detalles e incluso fotografías, optaron por un sugestivo silencio.
- Disculpen, entiendan, se trata del Capellán policial… no podemos decir nada, se excusó una fuente policial, casi en tono implorante, cuando un periodista quiso conocer detalles del escabroso episodio, el mes pasado.
Días más tarde, cuando el padre Gustavo Méndez recibió la segunda citación a audiencia por parte del Juez Leandro Estrada para ratificar la denuncia, y no asistió a comparecer, se supo que había algo más. El juez no tenía muchas opciones: no podía dejar libre a Latorre, porque tenía la denuncia policial de Méndez e incluso los mensajes de whatsapp. Optó por procesarlo por chantaje y ordenar que quedara detenido. Pero de todos modos, en algún momento –salvo que mediara un acuerdo extrajudicial- el tema llegaría a juicio oral.
Con el paso de los días trascendió que el detenido conservaba efectivamente en su poder dichas imágenes y exigía su liberación, a cambio de no darlas a conocer, lo que podía convertirse en un escándalo sin precedentes.
El obispo, que desde un primer momento se interesó por conocer el desarrollo de los hechos pero permaneció distante para no involucrar su investidura, le habría exigido al sacerdote poner fin al tema y evitar que se manchara la imagen de la iglesia en su conjunto, algo que Méndez confiaba poder solucionar.
Sin embargo, su amigo Christopher Latorre no accedió a revelar el lugar donde tenía guardadas las imágenes y, en cambio, le habría exigido que gestionara su liberación o estaba dispuesto “a dar a conocer todo”. Las presiones para Gustavo, a esa altura, habrían sido insoportables. Entre el obispo que le exigía acabar con el tema, el detenido que lo continuaba amenazando y el tenso clima que se vivía en el Instituto del Carmen entre el personal, los docentes e incluso algunos padres que comenzaron a exigir una explicación por parte del sacerdote, la situación se tornó ingobernable.
Incluso días atrás se viralizó a través de whatsapp un spot de pocos segundos en los que se ve sonriente al cura haciendo su rutina de ejercicios, con el torso desnudo y en slip, en lo que se sospechó era el primero –y más inocente- de los vídeos que lo comprometían en su intimidad, puesto que estaba siendo filmado por alguien supuestamente de su confianza. Muchos interpretaron que el spot era un mensaje de corte mafioso hacia el sacerdote, para hacerle saber que la amenaza de difundir otros videos era real.
No queda claro si la renuncia del Padre Gustavo al Instituto y a la parroquia es definitiva o si se tomará un tiempo de reflexión. La escueta y contradictoria información no ayuda a sacar una conclusión clara. Tampoco se sabe quién tomará el timón de la inmensa estructura que administraba, porque además de la iglesia y el instituto primario y secundario, gestionaba un instituto de estudios terciarios y el Hogar Santa Teresita, además de haber construido un polideportivo en proximidades del Dique Vulpiani.
Seguramente en los próximos días deberá darse a conocer un comunicado oficial por parte del Obispado de San Luis, que deberá nombrar a un nuevo cura en reemplazo del carismático párroco, quien por estas horas debe estar rezando para alcanzar el perdón divino.
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