La búsqueda del diálogo planteado por sectores adolfistas en las puertas del Partido Justicialista el 1° de mayo pasado, abrió un abanico de comentarios y un mayor número de interrogantes en los mentideros políticos, en la sede peronista de Puente Blanco y en el entramado de los que transitan por los pasillos del gobierno y conducen despachos en Terrazas del Portezuelo.
Sucede que el tan mentado petitorio entregado en un marco de una bochornosa violencia protagonizada por Alicia Arrieta, argumentando la necesidad de abrir una mesa de diálogo para redactar ideas y proyectos comunes en un marco de consenso, conlleva algunos requisitos, por no decir condicionamientos impetuosos, que disfrazan exigencias más severas.
La primera, tal vez como requisito “sine qua non” para dar los pasos primarios, consiste en abrir una mesa de diálogo y consulta de la que deberá participar Adolfo Rodríguez Saá. No conforme con esa premisa inviolable, también se animaron a plantear más exigencias. Esta vez no se anduvieron con chiquitas. Pusieron sobre la mesa como obligación ineludible incorporar a Adolfo Rodríguez Saá al cuerpo de conducción partidaria, vale decir, ponerlo nuevamente al frente del del Partido gobernante.
Como una máquina arrolladora, repleta de condicionamientos acerados, los adolfistas quieren más: La entronización del Adolfo en el gobierno. En este sentido, y al decir del enorme Antonio E. Agüero sobre los pedidos de San Martín a Dupuy, el adolfismo trae consigo condiciones “cargadas de urgencias”. Creen que el gobierno no está funcionando demasiado bien (lo repite diariamente el senador a todos los vientos) y por lo tanto hay que revisar el funcionamiento de cada ministerio, de cada organismo, de cada dirección y la idoneidad de cada funcionario. Los portadores del petitorio creen a pie juntillas que hay que hacer recambios y despidos de funcionarios de inmediato. Para ellos la situación en general y los plazos electorales, reclaman modificaciones en el plantel de funcionarios a gran velocidad. Para los adolfistas no hay que perder un minuto de tiempo en estos recambios.
Este cuadro de posibles y eventuales imposiciones, está generando ciertos tonos de desconfianza en oficinas, despachos y en las tertulias diarias de funcionarios y militantes. Se encienden suspicacias de variados colores.
Para graficar con tinta indeleble los recelos, no falta quien desde adentro y otros desde afuera del poder, imaginen el escenario peronista volatil que se ha desatado desde el 1° de Mayo. Quienes conocen el paño interno partidario, presumen de poder anticipar con total precisión el tsunami adolfista que pueda precipitarse.
Por ejemplo, en el marco de las diversas conjeturas y conociendo los pensamientos radicalizados del Adolfo, imaginan un poco amigable escenario. Por ejemplo, que le planteen al Gobierno “peronizar” el gabinete. ¿Qué modelo de gabinete supone una “peronización” del plantel de funcionarios? La imaginación vuela ante tal pretensión posible y coinciden que este planteo implica echar del gobierno a los funcionarios denominados “técnicos” y reemplazarlos con dirigentes de paladar negro bien político. ¿Y dónde están tales perfiles políticos? “Entre mi gente, entre mis seguidores” podría sugerir rápidamente el ex gobernador buscando ubicar en el territorio gubernamental, en cada despacho directivo y ministerial, a sus antiguos funcionarios y amigos. Vale decir, imponer el desplazamiento de funcionarios y militantes que lealmente han acompañado al gobernador Alberto Rodríguez Saá en las buenas y en las malas, en el calvario de la pandemia planetaria, en la desgraciada gestión macrista en la Rosada y en las dificultades de toda índole. Es decir, sería una herida profunda en los devotos del Alberto.
El regreso del adolfismo y específicamente del Adolfo a la conducción del partido y del gobierno, no está muy claro para los fieles militantes albertistas. Un complejo laberinto de recelos y suspicacias, por ahora, muy difícil de desenredar.
La imaginación vuela en Terrazas del Portezuelo por estos días, pero sobre alas oscuras de pájaros agoreros…
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